Nosotros


Cada barrio del Uruguay, tiene sus peculiaridades, sus historias, personajes y hasta sus misterios.

El nuestro - PEÑAROL – escribe en sus páginas muchos e importantes hechos históricos tomando como punto de partida a su fundador Don Bautista Crossa, nacido en la ciudad de Pignerolo, Italia, que es de donde deriva por deformación fonética el nombre de Peñarol, continuando con pasajes de nuestra historia nacional con el Gral. José Artigas como protagonista pisando los terrenos de nuestro actual Barrio Peñarol.

“EL TROMPO” es un enigma, ubicado en la esquina de Aparicio Saravia y Newton, desde hace más de cien años, corroborado por los que eran ya viejos habitantes autóctonos cuando nosotros éramos recién “botijas”, gurises de rodillas sucias de jugar a la bolita o al “fobal”.

Nadie sabe quien lo colocó allí, ni cuando, ni porque, está ahí clavado en la tierra con su punta hacia el cielo, convertido en un ícono del barrio, un mojón. Es una estructura hueca, de hierro fundido pero con una aleación tal que no se oxida.

Ese no saber acerca de su historia, genera muchas preguntas que hasta ahora no han encontrado respuestas precisas. Respecto a su origen hay varias teorías, una de las cuales, tal vez la que tiene mayor asidero es la que dice que:

era una de las tantas piezas de hierro viejo y usado que los ingleses traían desde Inglaterra, con el fin de ser reutilizado en la fundición para fabricar las partes y herramientas necesarias para el funcionamiento del ferrocarril, cuyos talleres instalados en Peñarol desde 1890 dieron pie al nacimiento del futuro cuadro de fútbol, CLUB ATLETICO PEÑAROL, cuyos colores son aquellos con los que se pintaban los sitios en los que se debía prestar atención o donde había peligro, aún hoy en día son usados para tal fin. En medio de una montaña de hierros estaba esta pieza en la que alguien puso atención, la sacó y colocó en esa misma esquina donde hasta hoy perdura, tal vez con un fin de demarcación geográfica, quien lo sabe.

Otros dicen, y su forma lo asevera, que es una “bita” de puerto, es decir el lugar donde se amarran los barcos a los muelles, otros que es un contrapeso de un cañón de los españoles en su camino a la batalla de Las Piedras. También y ya mas empíricamente, se habla de la relación con Newton y su ley de la gravedad, mediante un dispositivo similar que utilizó para enunciar su ley.

Sin embargo los años siguen el curso del tiempo y EL TROMPO sigue llevando su misterio a las diferentes generaciones que acostumbradas a su presencia lo utilizan de punto de referencia indicando: “a tantas cuadras después o a partir DEL TROMPO”.

“Cuando yo nací El Trompo ya estaba alli. Fue mi juguete ya que se encontraba en la puerta de mi casa, el que compartía con muchos otros niños de mi barrio, y lustrábamos con nuestra ropa al subir y bajar de él”.

Fue, es y será un ícono en el barrio. Cierta vez algún funcionario de la IMM se le ocurrió sacarlo porque molestaba, se lo llevaron, pero ello despertó a las fuerzas vivas que al unísono
clamaron por su devolución, mediante firmas y solicitudes, hasta que volvió a su lugar.

Hoy es un ícono del cual los peñarolenses estamos orgullosos de poseer, no sabemos bien que es, pero es único y es nuestro.

Por eso la Ferretería que se instaló a su sombra en 1954 se llama así, y también luego de 60 años de existencia se ha convertido en otro ícono,
otro digno representante de su barrio y de su ciudad.

El nombre de FERRETERIA EL TROMPO suena en muchos lugares de la ciudad de Montevideo y se mantiene en el recuerdo de aquellos que emigraron a otras tierras en busca de su futuro. Siempre está presente la visita nostalgiosa que recuerda su niñez vivida por los años 1940, 50, 60 …

Por ese entonces Peñarol era un centro importante donde confluían de 3 a 4000 personas de lunes a viernes para trabajar en los talleres de AFE, al influjo del reloj del barrio, el pitido de la sirena que a las 06.00 y a las 14.00 en punto, marcaba la entrada y salida del personal.

Decenas de comercios marcaban su centro, 3 bancos, el Comercial, el Transatlántico y el de Crédito, 2 cines, el Peñarol y el Doré, 2 supermercados de aquella época, Manzanares y Toledo, 4 ferreterías, joyerías, bares, panaderías, tiendas, casa de electrodomésticos, mueblería, heladería, kioskos, estación de servicio, almacenes, restaurants, etc. etc.

En fin, Peñarol como barrio, su gente, dignos representantes del otrora ferrocarril y sus talleres, que viejo y casi abandonado sigue dando pelea al paso del tiempo. El Trompo, que se perpetúa lustrado por las ropas de los niños y La Ferretería, decana de los comercios actuales, siguen al firme manteniendo tradiciones locales pero que trascienden fronteras.

Edgar Mazza
Ruben Rubinstein


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